lunes, 7 de enero de 2013

Renovarse o morir


No se ve luz al final del túnel. Son las sensaciones que quedan, no solo tras la derrota ante el Levante sino tras una primera vuelta de campeonato para olvidar. El equipo camina sin rumbo como un barco a la deriva, como un boxeador aturdido a punto de tambalearse. Los jugadores que hace meses maravillaban son una sombra de lo que fueron y el intento de empuje de un par de ellos no pueden tirar de esta nave sin rumbo. El sistema ha perdido completamente sus frutos y no se produce nada para remediarlo. Desde el banquillo no llegan ideas para mejorar la situación y la directiva no piensa en recurrir a savia nueva para lograrlo. La cosa no pinta nada bien.

21 puntos, a 6 del descenso y a 9 de Europa. Esta es la situación del equipo a falta de un partido para concluir la primera vuelta. Cierto es que la liga ha visto conjuntos que han realizado segundas vueltas épicas que les han llevado a conquistar ansiados objetivos, fueran los que fueran. Sin embargo, las sensaciones propias me llevan a decir que no siento eso en este equipo. La falta de fuerzas, chispa y esa convicción plagada de carácter hacen que esa fé que siempre he tenido en cualquier partido del Athletic me haya abandonado. Es duro decirlo pero llega un momento en el que no albergo esperanza alguna en determinados momentos adversos de más de un choque, duro pero cierto.

El encuentro ante el Levante fue una muestra más de esta gran falta de un poco de todo. La expulsión de Aymeric Laporte, que completaba un soberbio partido y que pecó de un error que cualquier chaval podría cometer, marcó en gran medida el destino del resultado. No obstante, la falta de movilidad, intensidad y efectividad en las acciones del equipo de Marcelo Bielsa, unido a un estado anímico que encuentro por los suelos, provoca que el Athletic no levante cabeza. El Levante le pasó totalmente por encima, le dominó en todos los aspectos del juego y hasta se permitió el lujo de hacer más daño en la herida rojiblanca al mofarse al son del cántico "Llorente vente al Levante". Hasta este punto hemos llegado.

¿Soluciones a todo ésto? Quién lo sabe. Se pueden vislumbrar tantos problemas que uno no sabe por donde empezar. En estos casos lo que se ha hecho, independientemente de a quién señale el dedo de la culpa, es buscar la alternativa en un banquillo que no puede con la situación. Puede resultar duro por todo lo que nos ha hecho vivir pero, ciertamente, a Marcelo Bielsa se le está acabando el crédito, eso si no se le ha acabado ya. No existe el plan B, los cambios no son más que pieza por pieza y no se produce ningún tipo de cambio en un equipo que no carbura. Puede que a principio de año fallase la efectividad existiendo un juego que llamaba a la tranquilidad, pero ese juego se ha evaporado y ya no queda nada de él. Renovarse o morir, y este club no puede permitirse morir.

Fotografía: web oficial de la Cadena Ser

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